Entre los siglos VI y X el sureste de la Península Ibérica vivió una de las épocas más oscuras y complejas de su historia. En el escaso margen de cinco siglos los territorios que conformaron el extremo meridional de la antigua provincia Carthaginiensis pasaron a formar parte de la provincia bizantina de Spania, fueron recuperados para el Reino visigodo de Toledo y por fin conquistados e incorporados al naciente al-Andalus. En un período en el que las referencias documentales son escasas y parcas, la arqueología se revela como una de las fuentes históricas más innovadora y capaz de plantear nuevos problemas y fructíferas hipótesis. En este sentido la ceramología se ha transformado en una herramienta cronológica cada vez más precisa, que permite identificar los contextos visigodo-bizantinos y reconocer de forma paralela el asentamiento islámico temprano. El estudio de la cultura material abordado en estas páginas, evidencia la homogeneidad cultural de una región que comprende parte de las actuales provincias de Alicante, Murcia, Albacete y Almería y se reconoce históricamente en el referente geopolítico de Tudmir, permitiendo comprender los procesos de aculturación y resistencia de sus poblaciones, las transformaciones en los procesos productivos y comerciales y en las formas de implantación territorial.