En sus años mozos Henry A. Kissinger, quien fuera emblemático Secretario de Estado en los gobiernos de Richard Nixon y Gerald Ford y, en general, una prominente figura del escenario internacional durante las décadas de los sesenta a los ochenta, se caracterizó por ser un Don Juan. En una ocasión un periodista le preguntó cuál era el secreto de su éxito con las mujeres, a lo que sin rodeos respondió: ""El poder, el poder es el mejor afrodisíaco"". Probablemente tenía razón. El dinero, como el poder, es otro potente afrodisíaco. El hecho de comprar billetes de lotería o de apostar en la quiniela, es una forma de evidenciar lo interesados que estamos en hacernos con dinero, y mejor si es rápidamente. Curiosamente tendemos a darle excesivo valor al dinero, y queremos pensar que si tuviésemos grandes cuentas en el banco nuestros problemas, simplemente, desaparecerían. Este libro expone las vidas de treinta millonarios y de la forma como hicieron su dinero. Su objetivo es que el lector se entere cómo, personas que en principio eran comunes y corrientes (si bien dotadas de fuertes dosis de astucia, osadía, y quizás también de temeridad) alcanzaron sus ambiciosos objetivos económicos, algunos de ellos, en apenas unos años. Pero, lejos de mostrar a estos millonarios como ejemplos de providencia, se limita en sacar a relucir una selección de los hechos más relevantes de sus historias. Todos los millonarios que se estudian en este libro están vivos, de modo que sus vidas y sus acciones pueden ser comprendidas como hombres y mujeres de su tiempo, que es el nuestro.