No hace tanto que las sardinas eran meramente un plato «canalla», al decir de Julio Camba, digno solo de establecimientos llenos de un humo que se adhería a la ropa como una segunda y nada agradable piel o de chiringuitos de playa, de puerto o de romería. Y sigue siéndolo, en buena medida, en muchos lugares, caídas como están en el exilio bullanguero del turismo más cutre. Es el pago que tienen que abonar por haber sido tantas, tan fáciles de pescar y tan baratas. Generalmente asadas en parrilla o a la plancha, todo lo más fritas en los hogares domésticos, admiten las sardinas, sin embargo, otras formas de preparaciones, como este libro se encarga de resaltar. Miguel I. Arrieta hace un repaso de más de treinta recetas, que pueden pasar por históricas, en la medida en que han sido extraídas de recetarios en su mayor parte del siglo XIX y principios del XX, remontándose esporádicamente a siglos anteriores. No se olvida el autor de la cocina innovadora de nuestros días, pero, dada su complejidad, se limita a dar un paseo por las cartas de algunos (no todos) de los establecimientos actuales del País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia, más marcados por los signos de la nueva modernidad. Igualmente, en la primera parte del libro se tocan los temas que, sin ser estrictamente gastronómicos, atañen de manera directa al aspecto gastronómico, como la distinción entre las diversas especies de sardinas, su morfología y cualidades nutritivas, las artes de pesca empleadas con ellas o las industrias de la conserva y la salazón. Al final de la lectura del libro queda un regusto salado, como no podía ser menos, y el poso vago de que las sardinas, y, más en concreto, las sardinas iberoatlánticas, todavía merecen la atención del buen gusto y el retorno de el inmerecido destierro a que se han visto abocadas.