Los estudios incluidos en este documento se centran esencialmente en las consecuencias negativas sobre el nivel de renta de Cataluña que provocaría la desviación de comercio y de inversión extranjera que ocasionaría dicha secesión. Esta desviación estaría causada por los efectos frontera y las inevitables represalias que se derivarían de la creación de un nuevo Estado dentro de España, así como por las negativas consecuencias sobre los flujos comerciales y de capitales catapultadas por la salida de Cataluña de la Unión Europea (UE). Las exportaciones catalanas se reducirían notablemente porque España y los restantes países de la UE comprarían menos a Cataluña y porque parte de las multinacionales que exportan desde Cataluña abandonarían el nuevo país. La independencia de Cataluña la dejaría fuera de la UE por un periodo indefinido pero, en todo caso, muy dilatado. Esto sería así incluso en el caso de que la secesión de España fuera amistosa y mutuamente consentida porque, casi con toda seguridad, Francia, Italia, Portugal y Alemania se opondrían a su ingreso en la UE. Los tres primeros países lo harían para desalentar cualquier tentación independentista en alguna de sus regiones. Alemania, porque a una Cataluña independiente y a una España sin Cataluña les sería mucho más difícil honrar sus compromisos de deuda exterior con sus acreedores, de los cuales Alemania es el más importante. La independencia de Cataluña sometería al país a tres shocks económicos, siendo cualquiera de ellos por separado suficientes para tumbar cualquier economía por próspera que fuera. El primero, el shock provocado por la salida de un país con el que se han compartido instituciones y mercados durante algunos cientos de años. El segundo, su salida del área económica y política de la Unión Europea. El tercero, consecuencia del anterior, su salida de la Eurozona.