En esta tradición sueco-finlandesa se inscribe la obra de Södergran, con la particularidad de que, teniendo el sueco como lengua familiar pero también el ruso, el alemán y el francés como lenguas secundarias en su San Petersburgo de nacimiento y de estudios, recibe la influencia de los movimientos artísticos y literarios de aquella Europa en proceso de grandes transformaciones. En el período de formación de Edith florecen allí los movimientos políticos, sociales, sindicales, estéticos, literarios. El movimiento feminista toma cuerpo. La lucha por el voto femenino se inicia. Las masas de trabajadores comienzan a ser protagonistas de la Historia. Se aproxima la Revolución Rusa. San Petersburgo es todavía la capital de la Rusia de los zares y la única verdadera metrópolis de la región báltica, importante polo industrial de Europa. Tiene por ese entonces cerca de cuatro millones de habitantes: la misma población que Viena o Berlín. Por otra parte, Edith también recibe la importante influencia de los románticos tardíos, además de la de Nietzsche, a quien puede considerarse su maestro filosófico, y también de las vanguardias europeas dadaísmo, futurismo, surrealismo, expresionismo, etc. Los contemporáneos de la poeta (algunos de ellos, también amigos o maestros) se llaman Lou Salomé, August Strindberg, César Vallejo, Anna Achmatova, Hagar Olsson, Alexandra Kollontai, Fredrik Nietzsche, Vladimir Maiakovski, Rainer Maria Rilke, Sarah Bernhardt, Zinaida Hippius, Franz Kafka, Stéphane Mallarmé.