En la mayoría de los países la Defensa y los gastos relacionados con ella son el «patito feo» presupuestario. Esto crea una situación complicada porque, si bien todos los países admiten su importancia, posteriormente esa voluntad no se ve plasmada en las asignaciones presupuestarias. Tal vez la explicación sea que la generación de capacidades militares sea un asunto de medio y largo plazo, y sus resultados no se ven de forma inmediata. Sus resultados inmate-riales son difícilmente perceptibles por la sociedad, ya que la seguridad no es evidente, aunque la falta de la misma sí lo sea. En cuanto a los resultados materiales, como puede ser el desarrollo tecnológico y el industrial, suelen ser olvidados por una sociedad en la que todavía subyace un subconsciente de «inutilidad» y «culpabilidad» por la inversión en Defensa. La Defensa de Europa concierne a todos los ciudadanos y supone la defensa de los valores que animan a sus pueblos. La libertad, la democracia y el Estado de derecho son condiciones necesarias para el desarrollo humano y el progreso social de los pueblos europeos. La Defensa de esos valores tiene un precio que merece la pena pagar.