El frívolo optimismo de las industrias de la comunicación pretende hacernos ver que ya somos ciudadanos del mundo, capaces de asimilar las herencias más diversas y de confeccionarnos una especie de identidad de bricolaje. Pero, en realidad, estamos muy lejos de esta pretensión cosmopolita. La información, durante largo tiempo considerada como motor de la emancipación, puede convertirse en factor de incomprensión y hasta de odio. ¿Qué condiciones son necesarias para soportarse mejor en un mundo cada día más visible pero también más incomprensible? ¿Cómo garantizar que la revolución de las técnicas de información y comunicación pueda seguir ligada al ideal de progreso y acercamiento entre los pueblos? ¿Cómo evitar que el ideal de apertura y civilización genere una repulsa por el modelo occidental? Para Wolton, el triángulo entre identidad, cultura y comunicación debe ser el marco para una nueva apuesta política en el plano mundial más allá de los dictados de la técnica y la economía. La condición necesaria para esta política es la convivencia cultural pacífica que Dominique Wolton define como la otra mundialización a la que nos enfrentamos inevitablemente en el horizonte del siglo xxi. «Un libro escrito bajo la presión de la realidad, y por eso resulta cautivante.» Le Monde «El autor propone un modo de cohabitación cultural planetaria (...) como tercer pilar de la mundialización; con esta concepción ambiciosa apunta hacia (...) un arte de la convivencia gracias a una política planetaria comparable a la que muchos Estados modernos realizan en menor escala en el interior de sus fronteras.» Le Temps