Escribe Javier Huerta Calvo, en su prólogo a esta edición, que «Pedro Víllora es nombre fundamental en el teatro español de los últimos veinte años», y añade: «Pedro es, sobre todo, un animal de escena, siempre en celo por conocer a fondo el teatro por dentro y por fuera: crítico, director, adaptador...». Considerándolo «un poeta de la escena», y con la convicción de que al dramaturgo le está «reservada una misión casi sagrada, que es la de preservar el lenguaje poético en el teatro», el director del Instituto del Teatro de Madrid afirma que «Víllora es consciente de esta misión, que se advierte tanto en su teatro mayor como en las piezas breves que conforman este libro. Así, en estos diálogos, más rápidos que morosos, pero siempre transidos de poesía, se adivinan las preocupaciones, las obsesiones de Pedro Víllora, su concepto del teatro, en fin, como lugar donde seguir reencontrándonos con el misterio de la existencia».