Luis IX (1214-1270) comenzó su reinado a los 12 años cuando su padre murió de manera imprevista. Un niño tenía entre sus manos el destino de Francia, una carga capaz de aplastar a la inmensa mayoría de los hombres adultos. Pero contaba con el apoyo de Blanca de Castilla, su madre, su poderosa personalidad y una profunda fe, que le permitieron abrir un camino que todavía perdura a través de los siglos. Y así Louis de Poissy fue tomando paso a paso el control de su propio reino, pacificándolo y, paralelamente, lanzándolo a apasionantes aventuras externas e internas: la limitación del poder inglés, la Sorbona de Tomás y Buenaventura, el enriquecimiento del reino y el místico proyecto de las Cruzadas, entreverado de fe, valor, ambición, y también crueldad y muerte. Esta le sobrevino cerca de Cartago. Su último esfuerzo por conquistar la Jerusalén terrestre le condujo a la Jerusalén celestial.