El tema de la esclavitud en América es apasionante porque abarca, no sólo el fructífero comercio que su venta produjo, sino todo un sistema productivo de primera magnitud como los ingenios azucareros y las grandes plantaciones de productos tropicales. Fueron también los africanos los que, con su trabajo, le devolvieron la vitalidad a muchas zonas depauperadas por la caída de la población india y sobre ellos recayeron los más duros trabajos: construcciones, obras públicas, lavaderos de minas, transportes, sementeras..., y el servicio doméstico. Todo lo cual supuso un nuevo modelo de producción, un nuevo mestizaje, unas nuevas formas de vida que los negros liberados iban imponiendo. Ellos constituyen la tercera raíz del pueblo americano. El hecho de que la mayor proporción de esclavos africanos navegaran durante los cuarenta y cinco años que los portugueses habían manejado la trata mediante los asientos firmados con la Corona (1595-1640), que prácticamente coincidió con la unión de España y Portugal en tiempos de de Felipe II, fue lo que llevó a la autora a centrarse en ellos para poder profundizar en el sistema. Desde que apareció la primera edición de este libro, en 1987, los especialistas siguen interesándose por él, y una primera lectura antes de volver a publicarlo nos hizo ver que un asunto tan complejo, pero encapsulado en un periodo muy concreto que nadie ha vuelto a estudiar, no había perdido validez.