Las guerras, formas máximas de conflicto, han sido poderosos agentes de mutación social. Esta circunstancia se ha agravado en el siglo XX: es como si desde la aparición de la Guerra Total Industrial surgiera, además y paralelamente a los efectos clásicos de las contiendas, una tendencia cada vez más clara a la militarización y totalitarización social, económica, política, cultural, artísitca y tecnológica. Sin embargo, frente a una ""Fenómeno-Guerra"", que parece querer invadirlo todo, sólo la existencia de sistemas democráticos es garantía de la superviviencia de la libertad, del respeto de lo humano y del progreso social. Más aún, los Estados democráticos han demostrado históricamente, en lo que va de silgo, no sólo que pueden luchar contra las tiranías, sin imitarlas, sino que, a igualdad de recursos humanos y económicos, son sistemas mucho más eficaces que los totalitarios: hoy por hoy, el siglo XX es, en definitiva, el de la victoria de la libertad sobre la autoridad, de la igualdad sobre la jerarquía, de la heterogeneidad sobre la homogeneidad social. Esta obra analiza ese proceso y ofrece un estudio exhaustivo sobre el impacto global y los efectos sectoriales de las guerras, desde la de Secesión Norteamiercana, hasta la Segunda Guerra Mundial, pasando por la Franco-Prusiana, Ruso-Japonesa y la Primera Guerra Mundial.