El trastorno maniaco depresivo o, más vulgarmente conocido como trastorno bipolar, constituye en la actualidad una de las enfermedades mentales más problemáticas en relación con el trabajo, ya que posee unas connotaciones y características propias que no solo impiden fácilmente su diagnóstico (y, por tanto, tratamiento adecuado), sino que en su apariencia externa pueden no presentar una disfuncionalidad típica en el sujeto que la padece y que, consecuentemente, permita asociarse a una incapacidad, o cuanto menos, inhabilidad para el trabajo. Quizá porque calificación científica del trastorno bipolar como patología dotada de entidad propia ha sido -en términos médicos- relativamente reciente, o por las muy especiales particularidades que conlleva su desarrollo, o por el desconocimiento del mecanismo real de actuación de la enfermedad o, simplemente, por la dificultad de su diagnóstico (se enmascara fácilmente con otras dolencias y comportamientos adquiridos), esta enfermedad se ha convertido en uno de los paradigmas actuales en materia de alteraciones de la salud mental tanto en la sociedad, en general, como en el ámbito laboral y de aseguramiento, en particular. Siendo esto así, el objeto del presente estudio consiste en realizar una aproximación a este trastorno desde la óptica de su incidencia en las relaciones de trabajo, así como su valoración a efectos de las prestaciones del Sistema de la Seguridad Social y Asistencia Social, resultando para ello imprescindible profundizar con cierto detenimiento en los aspectos clínicos de la enfermedad y, muy especialmente, en las alteraciones psíquicas y de comportamiento que produce en el sujeto que las padece ya que, de lo contrario, muy difícilmente se podría entrar a realizar una valoración real del alcance de esta enfermedad en relación a las diversas vicisitudes que conlleva la relación laboral.