El espíritu pacífico y conciliador de Turguénev con su eterna tendencia a la concordia le causó más de un estrago en su vida. Pocas veces una personalidad tan asequible ha sido objeto de tantos ataques. Tildado de revolucionario por los conservadores y de conservador por los revolucionarios, sus frecuentes viajes a Europa le costaron más de una crítica por parte de los eslavófilos. Su carácter aristocrático y su acicalado aspecto de «gentleman» inglés despertaron resquemores en sus adversarios ideológicos. Su visión lírica de la vida aúna en su obra el latido de la naturaleza con la vibración del alma humana. «Padres e hijos» es una obra sumamente trascendente para la historia de la literatura rusa. Se atribuye a esta obra una innegable influencia en la abolición de la servidumbre imperante en Rusia hasta 1861. Hay en ella, además, una descripción de la confrontación de dos ideales, el aristocrático y el nihilista. Turguénev culmina en esta obra el perfil de sus héroes portadores de dos tipologías, de dos ideales contrapuestos en constante pugna: entrega y sacrificio de la propia persona contra el yo dubitativo sobre el sentido de la propia existencia.