Cuando reciben la noticia de que ha muerto el juez Iván Ilich, suscolegas lo primero que piensan es que se ha producido una vacante y en lo que supondrá para ellos en materia de ascensos y traslados. Ya encasa del difunto, con él de cuerpo presente, la viuda estáespecialmente preocupada por el precio de la parcela del cementerio ypor cómo conseguir del Estado un incremento de su pensión. A partir de aquí, la novela vuelve atrás para contarnos la vida de Iván Ilich,que siempre se esforzó en ser «ligera, agradable y decorosa» y dentrode un círculo social «de lo más selecto». Pero un día se da un golpeen el costado cuando señala a un tapicero cómo colocar unas cortinas y cae enfermo. Presa de un dolor insoportable que los médicos vacilanen diagnosticar y tratar, él va comprendiendo poco a poco que lamuerte, al contrario de lo que creía, no es algo que únicamente lesocurre a los demás. Y en los extremos de su agonía se preguntadesesperadamente si su vida no habrá sido un error y una menti-ra,mientras un pretendiente pide la mano de su hija y toda la familia seviste de gala para ir al teatro a ver a Sarah Bernhardt. Solo uncriado paciente, «alegre, radiante», no le engaña y se vuelca enaliviar su sufrimiento. La muerte de Iván Ilich (1886), paraNabókov«la obra más artística, la más perfecta y la más refinada deTolstói», es una novela de una precisión y una sequedad impactantes,con toda la determinación de ser un revulsivo para las conciencias, yno es extraño que, pese a su brevedad, se haya convertido en una delas emblemáticas de su autor.Traducción de Joaquín Fernández-Valdés. Esta doble novela del cuerpoque se descompone y del alma que despierta es, sin duda, una de lasmás impresionantes de la literatura universal.