«Si piensa usted -como yo creía- que la ciencia floreció en la antigua Grecia, entonces lea este libro de Dick Teresi para comprender la grandeza de los genios anteriores», nos dice Daba Sobel, autor del best seller La hija de Galileo. En efecto, Dick Teresi, que ha realizado un inmenso trabajo de erudición, nos muestra aquí lo mucho que debemos a babilonios y a egipcios, a los indios, a los africanos, al Nuevo Mundo, a las tribus oceánicas y a las civilizaciones medievales no europeas. Los cimientos matemáticos de la ciencia occidental, por ejemplo, proceden de los indios, los chinos, los árabes, los babilonios y los mayas; la astronomía comenzó en la antigua India y floreció en el mundo árabe. Los chinos observaron, dataron e interpretaron los eclipses hacia 1400 a.C; hace cinco mil años, los sumerios sostuvieron que la Tierra era esférica; eruditos chinos y árabes utilizaron fósiles para estudiar científicamente la historia de nuestro planeta; la química china fue hoy un tesoro olvidado por casi todos; los indios quechuas del Perú fueron los primeros en vulcanizar el caucho... así cientos y cientos de ejemplos. Nos cansamos de hablar de los beneficios del multiculturalismo, hora es de tomárselo en serio y nada mejor que este libro para comprobar cuán firmemente y desde cuándo está instalado en la historia.