Quizá Andrei Tarkovski haya sido uno de los últimos románticos. Sus películas son representaciones del hombre frente a la inmensidad de la naturaleza. Como en las del pintor Caspar David Friedrich. Reflejos de un humanista que quiso o sintió la necesidad de ahondar en el enigma de la existencia y que se materializaron en siete exploraciones sobre la conciencia humana. Y al mismo tiempo títulos con los que trató de elevar el cine a la categoría de arte. Siete recorridos físicos, pero también psíquicos. Los de unos individuos en estado de crisis que adquieren la condición de seres errantes. Porque el itinerario es el único medio para hallar alguna certeza, si es que la hay, que alivie sus conflictos internos. De ahí la estructura de este estudio, a modo de crónica de viaje, de una espiral concebida desde la sugerencia, desde la insinuación, incluso desde el juego, sin pretender establecer verdades categóricas. Porque en el arte sólo existe la verdad del creador que, después, cada uno interpretará a su manera. Como lo hará con este libro.