<(><<)>br><(><<)>b>Son indicio de la popularidad de las Vidas muchas obras literarias contemporáneas que se han basado en ellas: Memorias de Agripina y El proceso a Nerón, de Pierre Grimal, Quo uadis?, de Sienkiewicz (y su célebre adaptación cinematográfica) y Yo Claudio (también adaptada con gran éxito) y Claudio el dios y su esposa Mesalina, de Robert Graves.<(><<)>/b><(><<)>br>Gayo Suetonio Tranquilo (c. 69-140 d.C.) nació cuando la dinastía de los Flavios ascendió al poder. En Roma, donde transcurrió gran parte de su vida, ejerció como secretario bajo Trajano y Adriano, y aprovechó el cargo para acceder a los archivos imperiales y a la correspondencia entre César y Augusto, material que utilizó en las Vidas de los doce Césares, su obra más conocida. Éstas consisten en doce biografías, las de Julio César, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón, Galba, Otón y Vitelio, Vespasiano, Tito y Domiciano. Siguiendo el método biográfico de algunos eruditos alejandrinos, Suetonio trata sus temas esquemáticamente, según el paradigma de la contraposición retórica virtudes- vicios, y con arreglo a unos apartados fijos: antecedentes familiares, nacimiento y circunstancias, pasos hacia el poder, ejercicio del poder, vida privada, caída y muerte. A todo ello añade un ameno gusto por el detalle y lo anecdótico-humorístico, así como por lo escandaloso y lo truculento, de lo que tantos ejemplos le proporcionaron algunos de sus biografiados. Además, a su interés fundamental por el carácter ético de los personajes añade el estudio del trasfondo histórico, puesto que todos ellos fueron hombres públicos de la máxima importancia.<(><<)> br>Este primer volumen de las <(><<)>i>Vidas<(><<)>/i> incluye las de Julio César (100-44 a.C.), Augusto (27 a.C.-14 d.C.) y Tiberio (14-37 a.C.), todos ellos de la dinastía Julio-Claudia, perteneciente a la nobleza romana. Los dos primeros encarnan, aun con sus defectos, el modelo de lo que Suetonio esperaba de un César: Gayo César es un conquistador ambicioso, general aguerrido, benévolo con los soldados; Augusto es piadoso, cívico, religioso y reflexivo. A diferencia de Tiberio -buen general, pero lujurioso, cruel e irreligioso-, ninguno de los dos anunciaba la debacle que predomina en los libros IV-VIII.<(><<)>br>