Gina, o «Gina-la-superantropóloga», como se burla de sí misma, es el nombre de la protagonista de esta extraordinaria novela que por su sutileza parece de otro tiempo, y por su escritura es muy actual. La identidad como un espejo múltiple, el deseo de escapar de aquello que es ya una carga, aunque antes fuera llamado «amor», y la imagen de una nación latinoamericana plural, a pesar de algunos, son parte de las ideas que la atraviesan. En ella, el costarricense Rodrigo Soto, uno de los autores más interesantes de la última literatura centroamericana, nos ofrece un retrato controvertido pero fiel de una mujer que es muchas mujeres; un retrato lleno de aristas, pero, por eso mismo, muy real. El amor y el sexo, el matrimonio y la amistad, la maternidad y la autosuficiencia son algunas de las palabras clave de esta memorable narración, que comienza así: «Juro que durante años me propuse ser una buena esposa. Quiero decir: una esposa leal, buena nota, valiente: tampoco una imbécil ni una víctima modelo. En mis adentros, ser esposa se relacionaba, más que con el amor de pareja, con la imagen idílica del hogar...» . Y que no puede dejarse hasta el final.