En 1956, tras dejar atrás su terrible experiencia en el gulag, Alexandr Solzhenitsyn deseaba perderse en un apacible rincón de la URSS, y se ofreció en las oficinas de empleo como profesor de matemáticas. Mientras buscaba alojamiento en el pueblo al que lo destinaron, vio la isba de Matriona, una anciana viuda que vivía con un gato paticojo y una cabra por toda compañía, y decidió quedarse. En los fríos meses en que se hospedó en su casa, Solzhenitsyn comprendió que Matriona, generosa pero despreciada, «era precisamente el justo sin el cual, como en el dicho, no se tendrá en pie la aldea»: su vida inspiró La casa de Matriona. Otro es el protagonista de Incidente en la estación de Kochetovka, el teniente Zotov, asistente del comandante militar de una estación de tren durante la segunda guerra mundial. Lejos de su mujer, y lamentando que no le hayan destinado al frente, Zotov dirige el tránsito de convoyes y soldados con firmeza, eficacia y ecuanimidad; pero cierto día se presenta en su oficina un hombre afable, en una circunstancia desconcertante, que pondrá a prueba sus creencias.