Una mañana, una mujer denuncia la misteriosa desaparición de su marido: Norbert Monde ha huido el día de su cuarenta y ocho cumpleaños sin dejar rastro. Ese día, el señor Monde, cansado y sin ganas de nada, comprueba que nadie se acuerda de su cumpleaños, acude normalmente a su empresa, pero de pronto le invade un sentimiento de despego hacia todo. Sin haberlo decidido de antemano, Monde huye para no volver, algo que estuvo a punto de hacer años atrás. Empieza por sacar dinero del banco, afeitarse el bigote y comprarse un traje poco llamativo. Tras esta primera transformación, se marcha donde la vida lo lleva: a Marsella, ciudad en que conoce a Julie, una chica a quien salva de la tragedia, y de allí a Niza. Sin embargo, las sombras del pasado vuelven y, con ellas, un encuentro con su antigua vida en París.
Georges Simenon (Lieja, 1903-Lausana, 1989) redactó La huida en Saint-Mesmin en la primavera de 1944. La novela, considerada una de las mejores que Simenon escribió durante la segunda guerra mundial, trata de la ruptura de un hombre respetable con su vida, con lo que se anticipó a la vida del propio autor. En efecto, a finales del verano de 1945, después de un año de silencio literario, Simenon se encontró en una situación parecida a la de su personaje. Como su héroe, a los cuarenta y un años sintió la necesidad de poner fin a una época de su vida, marcada por los cuatro años de ocupación alemana y la inestabilidad sentimental, y empezar una nueva vida. Acabada la guerra, Simenon se instaló en Norteamérica, y en 1955, dos años después de una gira «triunfal» por Europa, decidió volver definitivamente a Francia.