A la vez vibrante y accesible, esta introducción al tema de la revolución científica intenta poner de relieve las prácticas sociales que produjeron el conocimiento científico y los fines para los que estaba destinado. Muestra el modo en que la conducta de la ciencia emergió de una amplia variedad de programas filosóficos, compromisos políticos y creencias religiosas que ya existían al inicio de la edad moderna. Y, lejos de abordar la ciencia como un conjunto de ideas incorpóreas, se dedica a interpretar sus modos de conocer y hacer situados en un momento histórico concreto. Shapin discute las concepciones tradicionales sobre la revolución científica que la tratan como un acontecimiento coherente y definitivo alegando que ya fueron contestadas por autores de los siglos XVI y XVII. De este modo, aduce que se preconizaba el experimentalismo y simultáneamente se lo rechazaba. Aunque se alababan los métodos matemáticos, se contemplaban también con un cierto escepticismo. Por un lado, se consideraba que las concepciones mecánicas de la naturaleza definían la ciencia propiamente dicha y, por otro, se consideraban limitadas en su inteligibilidad y aplicaciones. Sin embargo, Shapin afirma que ese controvertido legado es, a pesar de todo, justamente entendido como el origen de la ciencia moderna, tanto de sus problemas como de sus logros. Se trata, pues, de un libro extraordinariamente desafiante y sofisticado en su concepción, pero también conciso y legible en su exposición: una extraordinaria fusión de sensibilidades históricas, sociológicas y filosóficas que influirá profundamente en nuestro entendimiento del conocimiento científico y su práctica.