Muy a su pesar, Alfonso se convierte en centro de atención. Portadas de periódicos, imágenes de televisión, políticos que hablan continuamente de él. De repente es un héroe.
Atrapado en una especie de limbo anímico, su vida parece quedar detenida, igual que la estatua que erigen en su honor. Alfonso se va pareciendo a ese hombre de bronce que lo representa.
Mientras, forma una familia y vislumbra una prometedora carrera política. Pero los suyos sufren. Aun sin querer aceptar la derrota de convertirse en sombras, con el paso de los años descubren que Alfonso es sólo esa estatua: no mira, no siente, no ama.
EL HOMBRE DE BRONCE es lo que queda después del atentado que trastoca por todos los flancos la vida de Alfonso. Una novela que habla de todo eso y más: del amor y el desamor; de la desintegración de una familia, de una madurez alcanzada a golpe de cicatrices.
Y de un modo de estar en el mundo que se extingue cuando se extinguen los ecos de la explosión.