Esta obra es un juego sobre el poder de la imaginación, en el que se mezclan la reflexión y la creación literarias, y que viene a constituir una prolongación del viaje al bosque encantado de los libros que emprendió Fernando Savater en La infancia recuperada.
Criaturas del aire consta de un puñado de monólogos en los que los distintos personajes de la literatura universal comentan su ejecutoria, la prolongan, la desmienten o la maldicen. Algunos son puramente ficticios, como Tarzán, Dulcinea, Phileas Fogg o la Bella Durmiente; otros se han incorporado a la ficción literaria provenientes de esa otra ficción, la Historia: Nerón, Bakunin o don Miguel de Mañara.
Son metáforas de carne y sangre, es decir, de palabras: como nosotros. Testigos y mártires de una libertad de la que participamos. Estos ejercicios literarios no quieren otro compromiso que el de la imaginación como fundamento.