El hilo conductor de este relato es el proceso que el tribunal inquisitorial de Toledo siguió, entre 1651 y 1654, contra el barbero francés Beltrán Campana. Las actas completas de esta causa se conservan en el Archivo Diocesano Conquense. Apresado en la villa de Torrijos por negarse a cumplir con el precepto católico de confesar y comulgar una vez al año, Beltrán Campana no tardó en encontrarse frente a los inquisidores. El proceso muestra de manera ejemplar la tenacidad de su defensa de la libertad de conciencia y la prontitud de los jueces en reconocer, en sus encendidos alegatos, el sombrío rostro de la herejía. Reivindicar la tolerancia suponía una amenaza en la católica monarquía hispana, que había forjado su identidad sobre la unidad de la fe de sus súbditos. Los mecanismos de disciplina se multiplicaron en la Edad Moderna; adoctrinamiento, vigilancia y control se conjugaron en la época para hacer de los súbditos de la Monarquía Católica un conjunto de fieles y obedientes cristianos. En esta intransigente coyuntura, un extranjero pobre y vagabundo, ajeno a normas y costumbres, defensor de una libertad de pensamiento inconcebible, constituía un desafío insoportable."(...) El libro, sin perder su carácter reflexivo, incluso especulativo, es ante todo, en su historia, conmovedor. No simplemente emocionante. La tensión narrativa y la impecable y sencilla escritura captan nuestro interés de modo mucho más profundo que el que sostiene la curiosidad. Si es interesante es por algo diferente que porque despierta nuestro interés. Nos sentimos concernidos, involucrados, afectados. Y lo que es más decisivo, porque en cierto sentido nos reconocemos" (Ángel Gabilondo, "Prólogo").