Todo verdadero artista crea su propia moral, en el cielo o en el infierno. Un hombre y una mujer, el viejo vicio del planeta, olvidando como se olvida el nacimiento, una tras otra, todas las reglas, creando y creándose, accediendo al encanto oculto de la existencia. Las consecuencias de la vida se convierten en algo secundario cuando vives de acuerdo a tus propias reglas, a tu propia ética. El verdadero amor, el odio auténtico, el crimen o la ley, son circunstancias como lo serían en un tiovivo los colores de los caballitos, no impiden el movimiento. La más honda piedra de sufrimiento extraída ante los ojos de la monotonía. Una historia de desencanto, de pérdida progresiva, de una jadeante huida hacia delante, y al fin, la única victoria posible. Aceptarse a uno mismo se sea amante o amado, ángel o demonio, humano o monstruo. O como casi siempre suele pasar, una completa amalgama. A la alegría por el dolor. Aquí se retratan dos personas exactamente diferentes unidas por unos sentimientos que padecerá hasta el último de los mortales.