Leticia Sánchez Ruiz bucea en la biblioteca personal de AugustoMonterroso y, a partir de ese legado, trata de reconstruir su vida ysu obra como si fuera un mapa de su propia vida y del tesoro quequería encontrar. De un modo casi detectivesco iremos descubriendo los recortes de prensa de naufragios que guardaba dentro de Moby Dick,las correcciones a lápiz que le hacía a los cuentos Cortázar, lasdedicatorias de García Márquez, Neruda, Rulfo y tantos otros, lasnotas que escribía a mano en los márgenes o los párrafos quesubrayaba, revelando que una biblioteca puede llegar a mostrar rasgosde su propietario tales como la ironía, la concisión y la lucidez. Nohay nada más personal para un escritor que la forma en la que serelaciona con los libros. Y de esta forma nos acercaremos a laintimidad de Augusto Monterroso, uno de los cuentistas más reconocidos de todos los tiempos y un autor admirado por otros gigantes de lasletras como Roberto Bolaño, Isaac Asimov e Italo Calvino. Su brevedad, su humor, su forma sosegada de entender el mundo y la condiciónhumana forman parte ya de la literatura universal. Pero