Una lectura contemporánea de Brecht (no aliada, por tanto, a los cantores del nuevo orden triunfante) es inviable sin la meditación de un nuevo concepto de revolución. El intento de definición de este concepto en la propia producción brechtiana constituye el impulso que ha dado lugar a estas páginas. Indudablemente no es en los dramas y puestas en escena guiadas por el principio de extrañamiento (habitualmente clasificadas como marxistas y que hoy no podemos dejar de considerar clásicas) donde se sitúa la investigación, sino en un momento anterior: aquél en que una revolución otra vez era aún posible, cuando Brecht se presentó como alternativa efectiva a un expresionismo que había caído de las utopías a los sueños. Brecht y el Expresionismo recorre a nivel estético, dramático y escénico los lugares de la confrontación (la producción del joven Brecht y las creaciones de aquellos que a partir de 1912 construyeron la vanguardia alemana), para acabar localizando en los lehrstücke (obras didácticas) un momento de equilibrio entre la experimentación y la forma, entre el individuo y la colectividad, entre lo artístico y lo ideológico, entre lo efectivo y lo utópico.