Desde su privilegiada posición como alcaide de Sant'Angelo, Rodrigo Sánchez de Arévalo nos ofrece mucho más que una memoria de las vicisitudes por las que tuvo que pasar -y en muchos sentidos padecer- quien en su día se responsabilizó de semejante cargo: más allá de las contingencias biográficas, de las pasajeras tribulaciones que le sacudieron, el humanista español nos proporciona un auténtico tratado de polemología en el que se diseccionan las virtudes, estrategias y hábitos que habrán de practicar, si es que no han de fracasar en la función que les ha sido asignada, quienes tienen por cometido garantizar la protección y seguridad de castillos, ciudades y fortalezas. Con tal fin Arévalo se sirve de fuentes sagradas y profanas -en particular de los tratadistas latinos-, pero también de la tradición viva del derecho común, proseguida y validada, como es el caso, en cada una de sus nuevas aplicaciones, y así nos lo hacen llegar y saber Antonio López Fonseca y José Manuel Ruiz Vila en su excelente edición crítica, que pone a disposición del público hispano, por primera vez, una traducción cuyo rigor y esmero no pasarán desapercibidos al lector atento.