En el siglo XVIII, academias, periódicos, diplomáticos y mercaderes tejen una red institucional que agiliza la comunicación científica y literaria entre los países europeos. Nace una cultura común que impulsa el conocimiento de la realidad física y analiza la racionalidad de las sociedades humanas. La filosofía de las Luces no se limita a una especulación teórica, sino que modifica profundamente tanto el mundo doméstico y urbano, como la administración pública de los Estados. Más que en ningún momento anterior de la historia, los cambios se producen casi simultáneamente en todos los países occidentales. La razón crítica tiene enfrente la mentalidad tradicional, representada sobre todo por las instituciones religiosas y por la concepción despótica de la monarquía y la nobleza. Los logros sociales de la nueva filosofía se convierten en seña de identidad para Europa. La cuestión que sigue discutiéndose es si esa Ilustración significa al mismo tiempo la descristianización de la cultura europea.