Este libro entiende la interculturalidad como una realidad y un desafío. La cultura no se forja en la pureza, sino con la fusión (la confusión) de distintos pueblos y tradiciones. Así, la interculturalidad es, ante todo, una realidad inapelable; y también una virtud. Consideramos el cénit de nuestra civilización aquellos periodos históricos que reciclaron las herencias plurales del pasado y reconocieron los intercambios mestizos del presente como apuesta de futuro. Por tanto, nada más incivilizado que asumir el choque de las civilizaciones. Nada más regresivo que practicarlo en nombre del progreso.
Pero la riqueza intercultural es también un desafío a las convicciones, filiaciones étnicas y religiosas, normas sociales, identidades y entidades geopolíticas que decidimos o nos imponen. El reto intercultural resulta obligatorio y, a veces, duro; pero también fascinante si es vivido en libertad. Conlleva riesgos, pero también logros. Presupone reconocernos; es decir, volver a conocernos: descubrirnos distintos y, al tiempo, similares en nuestra pluralidad frente al Otro.
Nuestra apuesta ha sido interpretar lo ajeno, dejándonos definir también por él. No proponer soluciones, sino modos de gestionar la diferencia, en nuevos marcos políticos y con nuevas formas de hacer política. Construir reflexiones y propuestas desde una comunicación consciente de las limitaciones y los sesgos que todos arrastramos. Y, finalmente, aplicar todo eso a España, Euskalherria y Catalunya (o como ustedes prefieran escribirlas).