El exitoso estreno mundial en la gran pantalla de la quinta entrega de la serie novelesca de Harry Potter y la posterior plasmación cinematográfica del primer relato de Las Crónicas de Narnia no sólo reflejan la feliz complementación del texto literario con el lenguaje audiovisual, sino que reivindican, además, el hecho de que en los albores del siglo XXI, en un universo donde apenas quedan barreras geográficas y el mundo tiende hacia la tan discutida era de la globalización, la creación artística, y más concretamente la palabra escrita, sigue despertando un interés apasionado en millones de lectores. La capacidad de la obra literaria para crear mundos de ficción autosuficientes y atractivos queda reafirmada por la difusión a nivel internacional de las series novelescas inventadas por J. K. Rowling y, en décadas anteriores, por C. S. Lewis. Sin embargo, también cabe plantearse la posibilidad de que los mass media y el mayor predicamento que poseen en nuestra sociedad los medios de comunicación visual hayan tenido un papel decisivo en el surgimiento y consolidación de unos fenómenos que tienen su punto de arranque en la creación artística personal y poco a poco se transforman en una experiencia compartida que rebasa el puro ámbito literario.