La sopa está insípida, la escasez de petróleo aumenta la incertidumbre en los mercados. Se avecina (eso parece), una fuerte recesión, un tiempo de tecnología (inútil) y desconcierto e inopia, de pornografía a la carta, de maratones televisivos y de ayuda humanitaria. La CNN televisará todos los bombardeos, o los más significativos, además. Alguien tuvo la osadía de llamar a la nuestra, la era de la comunicación. Sin embargo poca gente lee poesía. Y no debería ser así. Vean sino este libro. Su mirada obscena y furiosa cobija una mitología única. Y es una suerte que nos la sirvan sin dosificador. Que nos haga tambalearnos, que golpeé nuestra nuca con una sacudida trepidante y precisa. Éste no es un fenómeno frecuente. No. De ahí que sea imprescindible. Y urgente leer Pills. No hay mejor manera de escapar al mundo que enfrentarlo con honestidad. Mirarlo y hablar con él. Literatura, como la que desborda estas páginas puede contribuir algo, a enderezar la situación. Quizás podamos ser por fin, de nuevo ágiles, bellos, buenos. Mientras queden poetas como Safrika no es ingenuo asegurarlo. Créanme. Léanlo.