""Cuando preparaba con ilusión este escrito, alguien me dijo: ""¿Para qué un libro sobre liturgia si cada vez participan menos personas en la misa?"". Confieso que aquellas palabras me cuestionaron, pues las iglesias se vacían y los números alarman. Ocurre también que, en algunos contextos, hablar de liturgia se asocia con ropajes, fórmulas incomprensibles, incienso y aburrimiento. Y me pregunté: ""¿Vale la pena continuar? Pero también, ¿puedo descansar, conformarme y contentarme con decir ""¡No, la liturgia no debería ser así!"", sabiendo que la pura negación no resuelve nada?"". Tomar esa postura me sonaba a pereza, y recordé el antiguo y sugerente dicho: ""Contra pereza, diligencia"", término que viene del verbo latino diligo, y significa ""amar"". Y quien ama se afana y esfuerza por encontrar las mejores salidas. Por ahí era preciso caminar. Con ánimo diligente -con amor- y con el deseo de insistir un poco, han brotado estas páginas, como lo hace una planta. El terreno ha sido la tarea pastoral y la reflexión desde las realidades española y latinoamericana, que conozco por experiencia. No quieren ser ""caviar teológico"", que sólo pueden degustar algunos, sino ""pan tierno"" que todos pueden saborear.