Estas páginas que se ofrecen al debate público constituyen una confrontación a fondo con los aspectos centrales del mundo actual. La referencia metafórica a la derrota de Dios subraya implícitamente la derrota del propio hombre contemporáneo y del modelo de vida irracional y destructivo creado por él en las últimas décadas. Aunque la obra no deja de ocuparse de la dimensión religiosa de la profunda crisis de valores que atraviesa la humanidad, el proceso de reflexión está centrado en los problemas a que se enfrenta diariamente el hombre de hoy en el plano humano, moral, económico, social y político. No es, pues, un libro pensado únicamente para los creyentes, sino para todo el mundo, especialmente para las víctimas del presente estado de cosas, que son la mayoría de la población mundial. Y dado que se habla ""in extenso"" de los millones de hermanos nuestros que en los cinco continentes padecen hambre y sed de justicia, se tiene que hablar también no menos extensamente de los estratos dirigentes responsables de esta escandalosa y triste situación. Con ello, el autor no hace más que ser fiel a la función que Jean-Paul Sartre asignaba al escritor, que no es otra que la de impedir que nadie se sienta inocente.