Ni el espiritualismo descarnado que deja al margen el mundo v la historia del hombre, ni el inmanentismo que distingue a las utopías intrahistóricas traducen fielmente la genuina esperanza cristiana. Lo que singulariza a ésta, y lo que caracteriza, por consiguiente, un verdadero discurso escatológico, es la paradójica imbricación de inmanencia v trascendencia, presente v futuro, ya y todavía no de la salvación que Dios ha acordado en Cristo a toda la humanidad y toda la creación. Partiendo, pues, de una orientación que insiste en la relación entre este mundo y el mundo futuro, entre compromiso temporal y esperanza teologal, el autor articula su obra en dos grandes partes. En la primera aborda la cuestión del origen, desarrollo y fijación definitiva de las ideas escatológicas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; en la segunda presenta una rigurosa visión sistemática de la escatología cristiana, en su doble aspecto: colectivo (parusía, resurrección de los muertos, nueva creación, vida eterna, muerte eterna) e individual (muerte y purgatorio).