La obra está compuesta por cuatro piezas breves en cada una de las cuales se presenta a una mujer de nuestros días que se está enfrentando a una situación que podríamos calificar de deshonesta, aunque no sabemos hasta qué punto lo es, o no se le tendría que llamar de otra manera, enfocada la tal situación o tales situaciones desde ángulos diferentes. Si a lo que no guarda las normas éticas y se sale de ellas o bien atenta contra la decencia y la moralidad cristiana, muy en particular en el terreno sexual, es deshonesto, debemos admitir que las cuatro piezas breves de la presente obra son todas ellas deshonestas, aunque se nos ocurre pensar que no siempre lo deshonesto, según el significado que se le aplica, tiene que ser una cosa fea y repudiable, un recurso bajo. Por el contrario diríamos que, más que lo honesto, lo deshonesto forma parte de la savia de la vida y posee la mayor parte de las veces un atractivo irresistible del que, si hemos de ser honestos, nos cuesta mucho darle de lado. Es decir, que lo deshonesto también puede ser, en vez de una cosa fea y repudiable, algo muy lindo y maravilloso, conmovedor y, por supuesto, nada irreverente o censurable.