Joaquín Romero Murube (Los Palacios y Villafranca, 1904 - Sevilla, 1969) supo mantenerse en el cargo de conservador de los Reales Alcázares desde la II República hasta su último hálito y, desde tan distinguida atalaya, decir cuanto quiso en la plaza pública que le suponían los periódicos, en los que había comenzado a colaborar como articulista a los 19 años. Las páginas de El Liberal, El Noticiero sevillano, El Correo de Andalucía y el ABC conservan el testimonio de esta voz fundamental que hasta ahora había sido estudiada como poeta de segunda o tercera fila de la Generación del 27. Este libro pone el acento en su importancia como periodista volcado siempre en la realidad de la calle, no sólo porque en los rotativos alcanzó fama y nombre propio, sino porque su obra ensayística, mucho más prolífica y permanente que la lírica, es una puesta en limpio de su trabajo en la prensa. Romero Murube se convirtió en pleno Franquismo en todo un emblema de la Sevilla eterna que él encarnó en primera persona y a través de una obra especialmente dedicada a la ciudad: a su idiosincrasia, a su gente, a su arquitectura y urbanismo, a su luz singularísima. Sin negar ninguna de esas facetas, este libro se propone focalizar su labor en los periódicos, la más trascendente de todas. En el prólogo, Antonio Ramos Espejo insiste en "resaltar la importancia de Joaquín Romero Murube. El periodista en la calle por el rescate que hace su autor de este personaje para el Periodismo". Y añade: "Álvaro Romero rinde así tributo a un paisano, valorando su obra periodística, demostrando la importancia de sus artículos, sobre todo los primeros artículos, como base del conjunto de su obra. Desde esa perspectiva, tiene un enorme interés recuperar esa parte que a Romero Murube le corresponde y que, cuando menos, representa tanto como la faceta de escritor, en esa síntesis mancomunada de Periodismo y Literatura o viceversa".