El fuerte auge de las biotecnologías aporta innovación, progreso y bienestar. El uso que se haga de estos avances conlleva muchos pros y contras biomédicos, legales y éticos que deben de ser deliberados con responsabilidad y precaución tanto por la comunidad de biotecnólogos como por toda la sociedad. José María Rodríguez Merino, largo tiempo dedicado al estudio y reflexión ética sobre el fenómeno biotecnológico, "cree necesario complicar un poco la expresión [Bioética de Potter] introduciendo en medio otro término griego, el de "techne", que dice referencia a la aplicación práctica de nuestros conocimientos. Ciencia, técnica y ética: tales serían los tres componentes a integrar en un solo objetivo y una única expresión, "biotecnética". ¿Añade esto algo a la palabra acuñada por Potter? Pienso que sí. Cuando menos, pone un énfasis especial en la dimensión técnica de la ciencia. Porque esa distinción ha sido siempre, y sobre todo es hoy, completamente artificial. No hay ciencia sin técnica y viceversa. Ambas forman una estructura indisociable. José María Rodríguez Merino considera, [por ello], que ni la ciencia ni la técnica son disociables, ni pueden considerarse premorales o ajenas al mundo de la ética. Lo demostraron bien las bombas de Hiroshima y Nagasaki, en el caso de la Física atómica, y los experimentos en los campos de concentración nazis, en el de la Biomedicina". A día de hoy lo pueden demostrar las hibridaciones en el campo de la Ingeniería genética. En definitiva, no puede haber ciencia ni técnica sin ética que promueva la vida humana, cure la enfermedad o mejore la salud.. De ahí, la emergencia del nuevo término "biotecnética".