Protagonizada por el personaje que da nombre al título, trata, de forma costumbrista el día a día, muchas veces junto a sus amigos de correrías y la hermana pequeña, ésta, auténtica pasión de cariño filial del primer actor. La acción nos perfila el paso del quehacer diario, costumbres de la comarca, actividades cinegéticas y económicas y el áspero trato entre la clase rural y el petulante aristócrata terrateniente. Crispín Trabuco y sus amigotes dedican su tiempo a la caza y pesca furtiva, a escapar de la Guardia Civil, a llevarse los mejores venados de las fincas de la comarca y a beber, comer y visitar los puticlubes. Nuestro protagonista es un personaje corajudo, menguado de talla, calvo, farruco, noble y gañán al mismo tiempo, muy amigo de sus amigos, el cual reúne más cualidades que defectos. Por agravios que realizó con la mayor desfachatez y desvergüenza, es odiado por el burdo cabo chusquero que comanda la casa cuartel y por el fatuo e insigne aristócrata, rencores que se agravarán hasta echar chispas, levantando más insidias y envidias, si cabe, al hacerse el menguado personaje con los favores sexuales de una hembra de bandera miembro del elenco artístico de un grupo de titiriteros que visita el pueblo, la cual elije a nuestro héroe, despreciando al hijodalgo. Los enconos se convierten en odios mutuos cuando la querida hermana menor de Crispín -quince años y escasas luces- resulta mancillada por el hijo del noble potentado y sus amigotes, asunto que dimanará en la venganza o desquite, que absorberá toda la acción final.