Sobre la centralización del poder en España, la mayoría de los historiadores no dudan en situar su inicio a finales del siglo XV, en el reinado de los Reyes Católicos. La mencionada centralización irá aumentando con el paso de los siglos, llegando a su punto más álgido en 1876, momento en el que se produce la abolición de los fueros vascos durante la etapa de la Restauración (1875-1931) y tras la última Guerra Carlista. Desde finales del siglo XV hasta el establecimiento de la II República, en nuestro país, se pueden distinguir una serie de etapas en el camino hacia la centralización: 1.ª El período de los Reyes Católicos iniciadores del proceso; 2.ª la reforma administrativa y el reforzamiento del poder de los Austrias durante los siglos XVI y XVII; 3.ª la llegada de los Borbones a España y la promulgación de los Decretos de Nueva Planta en el siglo XVIII, y 4.ª la revolución liberal en España y el intento de creación de un Estado fuerte, centralizado y sin privilegios durante el siglo XIX y primer cuarto del siglo XX. Tras el fracaso del liberalismo en su plan de centralización territorial, la II República intentará dar respuesta a los nacionalismos surgidos a finales del siglo XIX a través del denominado Estado Integral, proyecto que quedará totalmente diluido con la llegada del franquismo y la imposición de un fuerte centralismo. Será ya con la llegada de la democracia, que se establezca en nuestro país un Estado descentralizado a través del reconocimiento constitucional del Estado de las Autonomías en 1978.