La única esperanza ante las desgracias humanas reside en el compromiso de las sociedades por mantener unas reglas de juego basadas en elrespeto a los derechos humanos.Con las la Ilustración y el despegue de la Revolución Industrial se van fraguando los cimientos del mundo dela modernidad pesada, marcada por la vinculación entre capital ytrabajo, la economía de la producción, el sentido de la permanencia yde la territorialidad. En un periodo que se extiende hasta finales delos años 60 del siglo XX, los sociólogos se esforzaron por comprenderlos cambios sociales, políticos, económicos, tecnológicos y culturales que estaban teniendo lugar, atreviéndose a exponer las principalestendencias que se estaban formando y que podrían dar forma a lassociedades del futuro. La modernidad pesada, seducida por la idea deprogreso y el horizonte de la reorganización de los vínculos socialesy la emancipación del ser humano, alentó proyectos esperanzadores conlos que se alcanzaron notables cotas de libertad, igualdad yfelicidad, en algunos momentos y lugares, pero resultó estar tambiénfatalmente atravesada por la alienación y la violencia, el terror y la represión, el dolor y el sufrimiento. Fue la esperanza en el progreso el último fetiche al que se agarró una buena parte del pensamientosociológico para hacer frente a desgracias humanas. Y que se irádesvaneciendo hasta comprender que la única esperanza posible resideen las prácticas concretas de los individuos, en los diseñosinstitucionales, y en el compromiso de las sociedades por mantenerunas reglas de juego basadas en el respeto a los derechoshumanos. ,