Se ha hablado mucho del silencio o de la inoperatividad de Dios. Así, por ejemplo, cuando el creyente estima que su súplica no consigue resultados, o cuando tiene la sensación de que nadie, ni siquiera Dios, parece capaz de frenar el desencadenamiento del odio y la desgracia. EL autor, en cambio, prefiere hablar de su discreción. BERNARD REY, dominico y teólogo, nos propone una meditación sobre el misterio de Dios, silencioso y discreto hasta el punto de parecer ausente del drama humano. En el diálogo entre Dios y los hombres, el Verbo parece romper ese silencio, pero también él, a su vez, se ve frente al silencio divino. La Resurrección no niega la discreción de Dios, sino que, por el contrario, manifiesta su importancia, porque marca con su huella la victoria sobre la muerte, al punto de permitir que Dios parezca superfluo u olvidado.¿No habrá en todo ello una llamda al hombre para que acuda en ayuda de Dios?...