«Su primer vuelo en avión. Fue con sus padres y con el corazón roto por dejar a su abuela. Nunca más la volvería a ver con su cuerpo físico. Las dos lo sabían. Le regaló su libro de magia lleno de recetas, conjuros y sortilegios de todo tipo. Los de magia blanca con carta abierta, los de magia negra con el riesgo de volvérsete. Ante la negativa de la nieta a tomarlo, le aclaró que a ella le quedaba poca vida y no quería que cayese en cualquier mano. Lloraron tanto al despedirse que el ambiente se cargó de electricidad y estuvo lloviendo encima de la casa una semana. Hubo excursiones de los pueblos colindantes para ver cómo aquella negra nube se descargaba sobre un solo tejado, el de la vieja bruja. Lástima que todos los carretes de fotos se velasen, nadie pudo demostrarlo. Y nadie pudo tampoco grabar en ningún magnetófono los gritos lastimeros que se escuchaban desde el acantilado que se encontraba a la espalda de la casa.»