Con una definición que hizo fortuna y que se recoge en el título dellibro, Cicerón se refirió a la carta hace más de dos mil años como una «conversación de amigos ausentes». Para entonces, Demetrio ya habíaconsiderado la epístola como una parte de un diálogo a distancia.Hacía la precisión de que la carta tiene que ser más elaborada que laconversación cara a cara, ya que en esta se gesticula y se improvisa,mientras que aquella exige una reflexión pausada y se ofrece como unregalo literario. Cartearse no es exactamente igual que hablarse, pero una secuencia larga de misivas sí conforma una conversación adistancia dilatada en el tiempo. Demetrio ponderaba otra virtud deeste modo de comunicación: «Cada uno escribe como retrato de su propia alma. En cualquier otra forma de composición literaria se puede verel carácter del escritor, pero en ninguno como en el géneroepistolar».También en la historia de la filosofía las cartas hanmostrado su capacidad para hilar meditaciones y para revelar elcarácter de los pensadores más destacados. Los epistolarios elegidospara esta obra recorren el periodo que va des