David Pujante (Cartagena, 1953). Su primer libro de poemas, La propia vida (1986), fue considerado por Luis Antonio de Villena como perteneciente a la tradición clásica que resurge «a caballo entre la última tensión de la generación del 70 y las primeras apariciones de la generación del 80». Del segundo, Con el cuerpo del deseo (1990), Pedro J. de la Peña dijo en La Esfera de El Mundo: «En la sobriedad y en la depuración del texto se encuentran los requisitos más auténticos». Estación marítima (1996), su tercer libro, según Díez de Revenga, «ofrece una estación del exilio en la que confluyen sentimientos de distancia, soledad y desarraigo» (La Opinión). En su selecto recuento poético-crítico del verano del 96, Idoia Ariznabarreta (El Correo) eligió a David Pujante como «cartagenero que cautiva con su Estación Marítima». El último hasta la fecha es La isla (Pre-Textos, 2002), «uno de los más bellos libros de poesía aparecidos este año» (Soren Peñalver, La Opinión). Tras once años de silencio poético, nos ofrece estos Animales despiertos, poemas sobre las derivaciones del despertar de los hombres a la conciencia. La presencia sobre la tierra de un animal que se sabe vivo, que se quiere superar día a día, creyendo que será un dios, creyendo que tiene derecho a serlo; aunque todavía arrastra una sombra negra, un nudo de preguntas irresueltas, sin horizonte.