«Presentóse un fenicio muy trapacero y falaz, que ya había causado a otros hombres multitud de males y, persuadiéndome con su ingenio, llevóme a Fenicia, donde se hallaban su casa y sus bienes. Estuve con él un año entero, y tan pronto como, transcurriendo el año, los meses y los días del mismo se acabaron y las estaciones volvieron a sucederse, urdió otros engaños y me llevó a Libia en su nave, surcadora del ponto, con el aparente fin de que en realidad le ayudase a conducir sus mercancías, pero en realidad, para venderme allí por un precio cuantioso. Tuve que seguirle, aunque ya me sospechaba algo, y me embarqué en su nave. Corría ésta por el mar al soplo de un próspero y fuerte Bóreas, a la altura de Creta; y en tanto meditaba Zeus cómo a la perdición lo llevaría...» Homero (Odisea XIV; 271-286) ¿Qué hay de auténtica en esta visión de los fenicios? ¿Cuáles son las razones históricas que han conformado esta imagen? Desde este libro se trata de responder éstas y otras muchas cuestiones además de realizar un acercamiento al conocimiento del mundo de los fenicios con un interés claro: el de divulgar su historia sin renunciar en ningún momento a la más rigurosa objetividad científica. Apoyándonos en las fuentes históricas tradicionales y en los descubrimientos arqueológicos que se han realizado en el último siglo, nos adentraremos en un mundo tan lejano temporalmente y tan cercano a la vez, que todavía continua vigente, ya que instauró vínculos culturales que aún hoy se mantienen vivos en torno a un mismo nexo; el mar Mediterráneo. Este lazo que unió diferentes culturas siglos antes de la romanización, fue generador de una gran comunidad mediante la transmisión de los avances técnicos y culturales del mundo oriental que fueron extendidos paulatinamente hacia el extremo occidente. Nadie además supo atar y desatar, manejar y servirse de ese lazo mejor que los fenicios. En esta obra el autor nos invita a realizar un viaje desde las estribaciones del Monte Líbano hasta los confines del mundo, donde se encuentran las columnas de Hércules, el lugar donde se pone el sol cada día señalando el final de las duras e intensas jornadas de navegación.