Este libro estudia históricamente la definición y categorización del concepto de ""pintura española"": un proceso largo, variable y ciertamente dinámico, pues ha estado sometido a constantes cambios y revisiones, los cuales han tenido que ver con cuestiones de gusto y paradigma estético, con el acrecentamiento de los conocimientos positivos así como con las distintas consideraciones que a lo largo del tiempo se han efectuado acerca del país y sus producciones artísticas. El proceso ha sido acumulativo y enriquecedor, pues con el tiempo se han ido sucediendo los fenómenos susceptibles de ser integrados en esa historia, y esto no sólo como consecuencia de la natural aparición de nuevos artistas en activo, sino también porque la mirada hacia el pasado se ha hecho cada vez mas integradora. Para efectuar el análisis se ha atendido a tres ejes principales: En primer lugar, la historia y la crítica artística, a fin de identificar las principales ideas que a lo largo del tiempo se han puesto en juego. En segundo lugar, las prácticas coleccionísticas y museográficas, las cuales permiten examinar de la manera más adecuada la manifestación y la visualización del concepto de "pintura española" desde el siglo XVII. Y en tercer lugar, la práctica pictórica propiamente, a través de la cual es posible advertir cómo ese concepto entitativo y definitorio, lejos de estar limitado a historiadores y coleccionistas, desempeñó una importante función en el desarrollo del arte español a partir de finales del siglo XVIII, es decir cuando aparecen artistas conscientes de pertenecer a un tradición nacional o local determinada y cuyas obras, en parte, son explicables como consecuencia del proceso de dicha tradición.