El presente trabajo trata de adentrarse en uno de los problemas más intensamente debatidos en las últimas décadas: el problema de la posmodernidad. Las preguntas que pretendemos someter a examen son del tipo de las que siguen. ¿Nos hallamos realmente en un nuevo período histórico? ¿Ha entrado la cultura occidental en unas coordenadas distintas de las que predominaron en la Modernidad? Desde que Lyotard diagnosticara en su famoso ensayo La condición postmoderna que los grandes metarrelatos emancipatorios de la Modernidad (la ilustración y el idealismo, el relato liberal-positivista del progreso indefinido, el marxismo) habían quedado definitivamente deslegitimados y en franca decadencia, la filosofía no ha dejado de pensar qué tipo de mutación se ha producido y qué espacio queda en ella para el mantenimiento de la continuidad de su tradición. Se habla, desde luego, de posmodernidad en arquitectura, cine, literatura, etc. ¿Pero existe realmente un "pensamiento posmoderno"? ¿Es cierto que se ha producido una ruptura con la tradición filosófica o se trata más bien de reinterpretarla en orden a comprender de otra manera su continuidad? Para responder a estas preguntas, en esta obra se va a tomar muy en cuenta la tesis de Jameson que considera la posmodernidad como la lógica cultural del capitalismo tardío. En efecto, habremos de ver cómo el tránsito a una nueva fase del capitalismo, una fase denominada por algunos "capitalismo postfordista" o "capitalismo post-industrial", tiene mucho que ver con las derivas culturales de eso que se ha dado en llamar posmodernidad. Siguiendo la estela de pensadores como David Harvey se habrá de comprobar cómo la estética posmoderna tiene una relación genética con el tránsito hacia un régimen de acumulación capitalista más flexible, y cómo toda la constelación de atributos adscritos a un supuesto "pensamiento posmoderno" está estrechamente vinculada al devenir de una sociedad reducida cada vez más a un proceso económico de hiper-consumo.