En la esperada segunda parte de Cartas a una extraña, Berta regresa a Londres para recuperar su vida, sobrecogida aún por lo sucedido tras la muerte de su madre.
Ahora no solo sabe quiénes eran en realidad su madre, su hermana y su querida tata, sino que también ha descubierto que tiene una sobrina de nueve años y conocido las mieles de un amor imposible plasmado en las cartas de un desconocido, un pintor misterioso que vive junto a un lago en Estados Unidos y al que finalmente pudo ver por un instante en París.
Berta no tardará en darse cuenta de que su rutina londinense ha perdido todo sentido, no puede olvidar al pintor ni a la sobrina que ha dejado atrás; en España aún le quedan tareas por concluir. Es entonces cuando decide regresar de nuevo y empezar de cero para recuperar el tiempo perdido y sanar las heridas que aún siguen abiertas. Pero el peligro que la persiguió en el pasado vuelve a acechar sus pasos a la espera de dar el zarpazo definitivo.