Este ensayo es un atlas del pensamiento insumiso; busca un saber interdisciplinar sobre las preguntas prohibidas, para lo cual necesita entrar en todos los campos desde la microfísica a la etología y violar los cotos cerrados de sus saberes especializados. Contempla el conjunto, la totalidad, pero analizando las partes con profundidad real para su integración y propuesta de una Teoría General de la relación humana, llamada intersubjetividad. Denodada tarea que ha pedido una cierta jurisprudencia lingüística para expresar los nuevos conceptos. La obra está escrita desde el optimismo antropológico determinante de una cultura de izquierda que, en este caso, exige la intersubjetividad radical soportada en una insumisión civil, como la de los pioneros jóvenes que han ""inventado"" el concepto oponiéndose a toda conscripción de un Estado, y que no negocia nuevas reglas de juego jerarquizantes sino que se dirige a la mismísima creación nietscheana de valores que nos quieren arrebatar. A pesar de lo esforzado del empeño, el ensayo lógicamente es un caldo en agraz, cuya elaboración ha de ser terminada por quienes tomen el libro en sus manos para leerlo en una mesa, con papel y lápiz; puede ser leído en desorden de acuerdo con el interés focalizado que le sugiera a cada uno el detalle del sumario, y se debe leer precisamente para discrepar y discutir, para discurrir y para razonar la propia praxis de intersubjetividad. Cuarenta años de convivencia de los autores explican estas, en cierto modo, memorias intersubjetivas, más de su pensar en común que de su hacer, en ese extenso periodo. El ejercer de economistas autónomos les ha permitido ser nómadas insumisos tanto en la política, desde el brumoso 1957 hasta 20 años después en que esta actividad se hace sumisa, como en la comunicación del pensamiento (distintas docencias, tres libros, decenas de artículos), y también en su personal actitud de relación horizontal humana, primero en Madrid y desde 1984 en Euskal Herria.